Argentina , es el principal productor y exportador mundial de yerba mate , siendo Misiones y el nordeste de Corrientes las principales provincias productoras.
Hoy les voy a contar que un grupo de pequeños productores descendientes de inmigrantes europeos recuperaron un modo de producción tradicional y familiar de yerba mate que utilizaban los indios guaraníes hace mas de 400 años llamado barbacuá.
Todo empieza así : la cosecha de la yerba mate ( Ilex paraguarensis) comienza en abril y se extiende hasta agosto, y se realiza de forma manual.
La materia prima obtenida proviene de plantaciones de yerbales propios o de pequeños productores cercanos al secadero ; lo cual beneficia la calidad del producto sin el deterioro propio del acarreo a grandes distancias.
La barbacuá es un horno para tostar y secar la yerba mate que usaban los guaraníes. La técnica consiste en un proceso de deshidratación en que las hojas de la yerba mate son expuestas al calor del fuego de leña durante todo un día , tomando así las esencias de un selecto grupo de maderas tales como el anchico, alecrin y la canela entre otras .Una vez secas, las hojas de yerba mate son enfriadas lentamente y pasan a la siguiente etapa: el picado.
Luego la yerba es estacionada durante mas de 24 meses en depósitos especiales denominados “noques”. Estos depósitos son espacios cerrados de mampostería con revestimientos de madera que mantienen una temperatura y humedad constante , donde ocurren los cambios químicos que se manifiestan en el cambio de color de la yerba y adquiere cualidades únicas como su sabor ahumado, suave y tostado tan característico.
La elaboración del producto con el sistema “barbacuá” se diferencia de otras técnicas ya que aquí la yerba mate permanece entre 12 a 14 horas secándose, lo que significa un tiempo entre 4 a 5 veces mayor que el común de las industrias actuales.
Leyenda del Isondù
Se dice que en la selva misionera existía un joven que despertaba la envidia de sus pares por ser muy habilidoso y por la gran atracción que sentían las mujeres hacia èl . Se llamaba Isondù y un buen día, la envidia fue tan grande que le construyeron una trampa. Isondù cayó en ella y no volvió a salir.
Pero esa misma noche, los envidiosos vieron con asombro que en el centro del pozo , comenzaron a elevarse pequeñas luces resplandecientes que brillaban en la selva ; allí donde todavía siguen iluminando los rincones mas oscuros.
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