El fin de semana que pasó vimos en Netflix Maudie, la biografía de Maud Lewis, una pintora canadiense considerada hoy en día el ícono de la pintura folk.
Me llenó el alma su historia, su vida y su arte, hacia mucho tiempo que una película no me llegaba tanto, sobre las cosas importantes de la vida y cómo se realizan sólo por el deseo, espíritu de superación, resiliencia y satisfacción personal sin ninguna pretensión.
La película nos muestra la vida de Maudie quien sufría de artritis reumatoide desde el momento en que decide independizarse de su tía quien la maltrataba y la creía incapaz de valerse por sí misma. A raíz de eso decide presentarse en la casa de Everett Lewis, un pescador de la zona , en respuesta a un anuncio que él había publicado en el que buscaba "una mujer para la limpieza con residencia incluida para un hombre de cuarentena años".
Y ahí comienza la trama de la historia y de su arte.
Desde chica, influida por su madre, aprendió a pintar a la acuarela tarjetas de Navidad y con ese impulso comenzó a pintar todo el interior de la casa donde vivía paredes, puertas, ventanas y hasta la estufa, todo lo que veía .
Sus pinturas ,de aparente simpleza, eran muy coloridas ya que siempre utilizaba colores puros y brillantes. Pinto paisajes, hojas, flores, caballos, pájaros, ciervos, gatos, barcos, trineos, patinadores de hielo, debido a su enfermedad las pinturas tenían un formato pequeño ya que era lo máximo que podía estirar sus brazos.
"Una ventana
Un pájaro que pase volando, un abejorro
Toda la vida ya enmarcada justo ahí"
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